La
nueva ministra belga de Sanidad, Asunto Sociales y Deporte, Maggie de Block, es
una mujer muy preparada. Médica de carrera,
es una de las políticas más respetadas por sus colegas, una de
las más valoradas del país (un 74%
de apoyo, frente al 38% por ejemplo del primer ministro) y su nombre sonó en septiembre muy
seriamente para encabezar el nuevo Ejecutivo. Sin embargo, en la última
semana De Block ha sido protagonista de la actualidad por una polémica iniciada
en las redes sociales. No por sus credenciales, su historial
algún caso de corrupción o alguna declaración desafortunada, sino porque está
muy gorda.
Todo
comenzó con unos mensajes del periodista Tom Van de Weghe en su cuenta de Twitter, donde cuestionaba la
idoneidad y la "credibilidad" para el cargo de una persona con
obesidad mórbida. Y el debate prendió
por las redes, los periódicos, las radios y la televisión. Ella
respondió inmediatamente y de frente: "esos comentarios son estúpidos. Mis
colegas del Parlamento me evalúan
por mi conocimiento de los temas, no por mi aspecto físico". Pero la
polémica está lejos de cerrarse, y se habla más de ella que de los ministros
nacionalistas flamencos que flirtean
con posiciones de extrema derecha.
Para muchos se trata evidentemente de críticas
machistas o superficiales,
pero para otros, incluyendo políticos y algunos profesionales sanitarios, De
Block es "mal ejemplo" y creen que sus políticas sobre bienestar o de
lucha contra la obesidad no se verán respaldadas por su imagen. Que es como si
encabezada una campaña contra el tabaco siendo fumadora. "Hay cinco años por delante para que se juzgue
mi trabajo, pero jamás aceptaré que lo hagan por mi físico", se ha defendido
ella.
La
política flamenca no es ajena a la controversia. En Bélgica se la conoce como "Iron
Maggie", la mujer de hierro, por sus ortodoxas posturas. Durante su época como secretaria de Estado de
Inmigración, por ejemplo, las concesiones de asilo se redujeron casi a la
mitad. Y se labró fama de
"dura" por acelerar las
órdenes de expulsión, incluso en casos
muy delicados de enfermos de Sida o refugiados de países en guerra.
De
Block se queja sobre todo de las caricaturas que los medios hacen de ella, asegurando
que el mismo tipo de parodias o burlas no ocurren con igual saña cuando se trata de hombres.
Preguntada por la posibilidad de que los ciudadanos puedan desconfiar de un
médico que no cuida su estado de salud, la ministra es igualmente tajante:
"un médico es una persona de carne
y hueso. Mis pacientes no se fijan en mis medidas, sino en la calidad de
mis cuidados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario