miércoles, 10 de diciembre de 2014

TEXTO PARA COMENTARIO DEL DÍA 11/12/2014

Un experimento con ratones revela que los ratones se dejan hacer de todo
Tras dos años experimentando con ratones de laboratorio “y haciéndoles hacer de todo”, un equipo de científicos de la universidad californiana de Stanford ha concluido que estos animales tienen mucha paciencia y son “unos buenazos”.
El objetivo principal de la investigación era, precisamente, comprobar hasta dónde llega el aguante de los roedores, que han resultado ser muy resistentes a los insultos. “En una primera fase, probamos con una cepa de descalificaciones de intensidad media-baja, gritándoles cosas como ‘capullo’, ‘tontorrón’ o ‘tu madre es una rata’. Ninguno de ellos afectó a su estabilidad física y emocional”, explica uno de los científicos.
Luego, en una segunda fase, los insultos fueron más fuertes -”Cara de culo”, “Maricón de playa” o “Hijo de la gran puta”- pero tampoco lograron burlar las defensas psicológicas de los animales.
Sorprendidos, los investigadores empezaron a trabajar en el plano del acoso físico, dando empujones a los ratones, soplándoles en la cara o mirándoles fijamente mientras les decían “Tú qué, ¿eh? ¿A ti qué te pasa, subnormal?”. Todos los resultados fueron negativos.
“Fue asombroso descubrir que su mecanismo de defensa estaba provocando desánimo en nosotros. Es decir: su completa indiferencia minaba nuestra capacidad de ataque. Algunos compañeros abandonaron el estudio diciendo que estábamos haciendo el chorra. De haber prolongado más tiempo el experimento, los ratones se habrían librado completamente del ataque a su organismo”, declara el jefe del estudio. “Después de dos años, empiezas a sentir un poco de vergüenza cuando piensas que has dedicado tanto tiempo y dinero a molestar a unos ratones que no te hacen caso. Se puede decir que han ganado ellos”, añade.
Ahora, el reto de los científicos es experimentar con humanos a los que poder implantar el potencial defensivo de los roedores. “No va a ser fácil porque nuestras estructuras físicas y mentales son distintas. A dos de nuestros colaboradores les han partido la cara esta mañana en el metro”, relata el investigador.

Tras presentarse los resultados del estudio, la portavoz en España de la protectora de animales PETA, Dolores Parmalat, ha recomendado a los científicos que se metan con alguien de su tamaño, como por ejemplo “un mastín del Pirineo”.

jueves, 4 de diciembre de 2014

COMENTARIO EJEMPLO DEL TEXTO "LA EXCUSA DE LA CULTURA DE LAS ARMAS EN ESTADOS UNIDOS"

“LA VERDADERA PIEDRA FILOSOFAL”
Resumen.
Este texto trata sobre la cultura de las armas, tema este muy típico de los Estados Unidos. En él se habla sobre los orígenes de esta pasión y cómo asociaciones como la NRA se han encargado de mantenerla hasta nuestros días, haciendo de ello un negocio capitalista más.

Comentario Crítico
El tema de este texto es el uso de las armas en Estados Unidos, el cual se distribuye de la siguiente manera:
En la primera parte, se adentra en los orígenes de este fanatismo, remontándose al nacimiento de la Constitución. En la segunda parte, el autor nos explica algunos de los motivos por los que esta cultura continúa actualmente, tales como la inseguridad ciudadana o la expansión a grupos alejados de la derecha. Finalmente, en la tercera parte y principal, el autor del texto nos habla de cómo agrupaciones como la NRA, e incluso importantes personalidades políticas, han usado las armas como un negocio capitalista más.
¡A las armas! No, no quiero incitar a nadie a la violencia. Con este inicio de mi comentario me refiero, por supuesto, a esa mentalidad estadounidense, ese estereotipo en el que nos imaginamos al típico americano con la gorra de béisbol, la camiseta del Tío Sam y el rifle Winchester bajo el brazo.
En el texto, el autor nos explica de dónde puede provenir esa pasión “yanqui” por las armas e, incluso, una causa por la que ha llegado hasta nuestros días, como es el miedo. Sin embargo, no menciona otra tan interesante como es el poder.
Tener un arma es tener la capacidad, en un momento dado, de dar un escarmiento a tus compañeros de clase, de ajustar cuentas con tu jefe o de poner fin a un posible adulterio; y, a veces, ocurre.
Todos ansiamos poder y la cruda realidad es que no hay nada que pueda dar mayor sensación de poder, que arrebatar una vida humana.
Pero dejemos las causas a un lado, y veamos las consecuencias. Las armas se han convertido, con el tiempo, en una fuente de ingresos inimaginable para el estado norteamericano creando, junto al capitalismo, una simbiosis perfecta de la muerte.
La fórmula es simple: venden armas a países conflictivos para incitar a la guerra y, posteriormente, intervenir en una lucha más por la “paz”, mientras se marchan con el petróleo por la puerta de atrás.
Es por este motivo, y a modo de conclusión, por el que quiero echar la vista un poco atrás. Concretamente, a los tiempos de la Edad Media cuando un grupo de eruditos, llamados alquimistas, buscaron, durante siglos, la fórmula para convertir el plomo en oro, algo a lo que llamaban “piedra filosofal”.
Ese negocio y tráfico de amas, llevado a cabo por “señores de la guerra”, es el auténtico cambio de plomo por oro.
Y es que, al parecer, a la auténtica piedra filosofal le faltaba un ingrediente, la sangre.

Definiciones de términos
Adora: Que les encanta, que el país completo ama las armas.
Confiesa: Da a entender que el grupo de personas consultado no ve problema en reconocer haber disparado.
Raíces: Bases u orígenes de un país.
Lobby: Grupo de personas que muestran mayor interés sobre el negocio de las armas.
Mitigar: Eliminar o disminuir las sospechas.
Regulada milicia: Se refiere a los hombres armados y a la necesidad de mantener un mayor orden sobre ellos.

Espíritu de confianza: Falta de fe generalizada sobre el gobierno de su propio país. 

Realizado pro Ángel González

martes, 2 de diciembre de 2014

TEXTO PARA LA CLASE DÍA 04/12/2014

Todo es raro y contradictorio hoy en día. Demasiada gente ingenua se ha convencido de que cosa que cuelga en las redes (Facebook, Twitter o lo que sea), la va a contemplar el universo mundo, cuando lo más seguro es que pase tan inadvertida como las sesiones de diapositivas a que antaño se sometía a cuatro amistades cuando nuestros padres volvían de un viaje, o como los comentarios que se hacían en el café ante los compinches habituales. La gente está demasiado ocupada colgando sus fotos y lanzando sus tuits para molestarse en ver o leer los de los demás. El lema de nuestro tiempo debería ser: “Cada loco con su tema”, y el único tema –y de todos– es uno mismo. “Mira lo que me voy a comer”, y envían foto de un plato. “Mira dónde estoy”, y envían la de un vertedero o una puerta o la espantosa estatua gigante de una rana en el Paseo de Recoletos. “Mira con quién estoy”, y arrojan la de un locutor o caricato con los que se han topado en la calle. “Mira lo que estoy viendo”, y ahí van sus selfies ante La Gioconda, proclamando que pueden estar viéndola, pero desde luego no mirándola.
Todo esto recuerda a los niños pequeños que precisan la constante atención de la madre o el padre: “Mamá, mira lo que hago”; “Mira, papá, ahora sin manos”. El niño necesita testigos para asegurarse de que efectivamente está en el mundo y existe (todavía se está acostumbrando a la novedad, y requiere confirmación incesante: ¿verdad que no soy una figuración, pues hago cosas y las veis?). Esa inseguridad inicial solía pasarse, y bastante pronto. Ahora da la impresión de que no se pasa nunca, de que las personas exigen contar con espectadores y espejos de todas sus actividades, hasta de las más vulgares. Un síntoma más de la creciente e inacabable puerilización del mundo. Uno se pregunta a veces si quedan muchos individuos capaces de disfrutar de algo sin ser contemplados en su disfrute. De un paseo, de un paisaje, de una obra maestra pictórica que no sea banalmente célebre, de un edificio o rincón en el que uno fije la vista por su cuenta, sin que se los hayan señalado una página web o una guía. Si queda algo autónomo y que se aprecie en sí mismo, y no como decorado de nuestro insaciable narcisismo.

                                                               Javier Marías, El País (adaptación de “Mira lo que hago”)