Hace treinta o cuarenta años, los padres
tenían una obsesión: que los hijos
fueran a la universidad. Hoy la
obsesión es otra: que aprendan inglés. A nadie se le escapa que es el
idioma universal y que por mucho que el chino amenace con convertirse en el líder,
de momento el inglés es el que gana la partida. Por lo tanto, parece una
especie de obligación que todos estudien inglés. Sin embargo, el resultado está
a la vista: los españoles apenas
alcanzan un nivel medio de inglés. ¿Por qué? ¿Tiene que ver con el
fracaso del nuestro sistema educativo? ¿Cómo es
posible que lo aprendamos desde los 3 años y lleguemos a la etapa laboral sin
saber defendernos en una reunión de
trabajo? El primer beneficio que viene a la mente de todos cuando
hablamos de saber hablar inglés es que mejora
nuestras posibilidades de conseguir un mejor trabajo, pero las ventajas van mucho más allá.
Varias investigaciones han demostrado las
ventajas intelectuales de los niños que aprenden más de un idioma. Los niños
bilingües obtienen mejores resultados en sus estudios y en los tests de
inteligencia. Además, son más sociables y seguros de sí mismos y tienen mejores
aptitudes respecto de la comunicación.
Los niños que crecen siendo bilingües tienen un mayor vocabulario, mayor capacidad
para aprender más idiomas, tienen más autoestima y observan los
problemas desde varios ángulos.
Y, contrario a lo que se pueda pensar, el
aprendizaje de un segundo idioma, no entorpece
el aprendizaje de la lengua materna.
El desarrollo del habla de un niño bilingüe será normal, aunque es
posible que al principio mezcle sonidos de las dos lenguas y nos dé
la impresión de que no arranca a
hablar, o de que empieza a hablar más tarde. Pronto, no obstante, aprenderá a
diferenciar bien los dos idiomas y utilizará cada uno en su contexto. Hacia los
cinco años debe haber integrado la estructura de las dos lenguas.
Muchos nos preguntamos por qué no
hablamos bien en España. Para la propietaria de Claudia Carter la respuesta no es simple: «en otros países, como
Guatemala, Dinamarca, Israel o la India, los niños crecen siendo bilingües y
aquí no, y no es porque los niños españoles sean diferentes, es que en España hay actitudes y estructuras que
impiden que lleguemos a creer en nuestra capacidad para
aprender inglés».
Efectivamente no tenemos nada especial
que nos impida hablar inglés en el aspecto genético (de hecho varias
comunidades son bilingües) pero sí tenemos aspectos, según Carter, de tipo
cultural, educativo y lingüísticos. «Tenéis
un sentido del ridículo que juega
un factor importante», señala. «Tendéis a burlaros de vuestros compañeros
cuando hablan inglés. Como muestra un
botón; el famoso discurso en inglés de Aznar, o de Botín, que han sido
objeto de burlas constantes, o los chistes de Chiquito de la Calzada mofándose
de los ingleses», agrega.
Una de las cosas que más caracteriza a
nuestro país es el doblaje, algo impensable en otros países y que, desde luego,
influye muchísimo a la hora de ir aprendiendo desde pequeños: «La influencia de
la filosofía franquista sigue siendo
una realidad en la sociedad actual. El franquismo trajo consigo el
doblaje del cine
y la televisión y la exaltación del español y el rechazo de todo lo de fuera»,
puntualiza.
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